viernes, 19 de agosto de 2022

Vuelta al Incendio en Añón


Ayer volví a la zona del incendio en Añón con intención de documentar lo que había pasado o al menos, constatar lo sucedido. Un señor de Alcalá de Moncayo me dijo que después de lo que había vivido, ni se le pasaba por la mente hacer siquiera una fotografía, le entendí pero no supe responderle y hoy 24 horas después, tampoco sabría que decirle. Quizás una serie de sentimientos encontrados, la necesidad de hacerme la idea del cambio de paisaje, de concienciar o de manifestar mi rabia con lo ocurrido o quizás de todo un poco. De repente y en quince minutos “todo aquello ardía” me dijo. Salir de casa sin saber si ibas a volver a verla, dejar tu vida a toda prisa porque el fuego avanzaba. Luego estaban los daños “colaterales” haciendas, propiedades, paisaje, etc. Unos vecinos de Alcalá ya andaban podando las ramas quemadas, todos se preguntaban unos a otros que ¿Qué tal? En el Mesón del Aceite, el alcalde de Bulbuente me dijo que hay que esperar al menos quince días para saber cuál es el alcance de los daños materiales. Me dijo también que el sábado todo aquello era un caos y que nadie sabía a ciencia cierta lo que iba a pasar, pero que el domingo ya comenzó a controlarse. Hablé con Víctor Peralta para preguntar por su abuela, que con 95 años tuvo que salir corriendo de casa, él fue de los que se quedó en el pueblo como retén para ver como evolucionaba la cosa. Por la tele he visto a Antonia y Simeón que están bien. Poco a poco supongo que volverá la normalidad, si se puede llamar normalidad convivir con lo que es tu vida calcinada alrededor. 

El señor de Alcalá me dijo una cosa que tiene cierto sentido; “¿no sería mejor tener en cada pueblo 5 o 10 personas encargadas de cuidar el monte para que no sucedieran estas cosas? Personas que vivieran en el lugar, sobre el terreno. La idea no es mala y visto cómo se gastan algunas cosas, menos además “¿Cuándo ha costado apagar todo esto?” se preguntaba. Lo cierto es que hay muchos lugares en Aragón en los que serían necesarios este tipo de “cuidadores” pero también serían un incentivo para que se repoblada la llamada “España vacía” pero, y como decía el alcalde de Bulbuente: “se trata de una cuestión de prioridades”. Mientras tanto los anemómetros continúan amenazadores en el horizonte.























jueves, 18 de agosto de 2022

Añón de Moncayo en cuatro estaciones


Hacía tiempo que quería hacer este video pero no encontraba ocasión, por desgracia ésta se me ha presentado de improviso. Pensé que tenía que hacer algo y aquí está. Quiere ser un mensaje de esperanza para un lugar entrañable, un paisaje que llevamos en el corazón y por tanto no ha desaparecido. Lo he realizado a partir de las muchas fotografías que hecho de Añón y sus alrededores durante estos años. Algunas de ellas las he podido llevar a cabo gracias a David Lamana, de Talamantes que en su día me subió hasta las peñas de Herrera y también al párroco de Añón, don Luis Sofin, que siempre me ha tratado con amabilidad y respeto, lo cual agradezco. 

No sé si es primero el reportaje fotográfico o la banda sonora que lo acompaña. La “Habanera” es una de las piezas más bonitas, atrayentes y sugerentes del paloteado añorero. Su autor es anónimo, no posee letra y su música nos transporta a un mundo de añoranzas y recuerdos. Me he permitido mezclar una versión original de la pieza, tal como se baila en el pueblo con una versión arreglada en su día por Germán Celma Ibáñez y que se publicó en un CD con motivo de un homenaje al desaparecido gaitero turiasonense Rafael Pérez Lacilla, a quién conocí y traté. Antes se había interpretado en el IV Certamen nacional de composición de música popular aragonesa: “Comarca de Tarazona y El Moncayo”. El CD está publicado por la Asociación Gaiteros de Aragón “Con-partita”).

martes, 16 de agosto de 2022

Zona "Cero" del incendio en el Moncayo


Esta es la “Zona Cero” del incendio en Añón de Moncayo (Zaragoza). Parece ser que se inició entre la urbanización Cumbres del Moncayo y la Villa, en el valle de la Huecha, entre la zona de cultivo, el soto y el río. Por lo que se puede apreciar y gracias a la fotografía que “Encanto del Moncayo” las llamas rodearon el casco urbano de la población por el norte dejando una sola salida de la población por la carretera local que bordea el Moncayo y llega hasta San Martín. No quiero imaginar las situaciones de angustia, miedo y desesperación de las personas mayores que viven en Añón, sobre todo en la residencia de ancianos que está situada en una zona de difícil acceso y salida, aunque el pueblo ya de por sí es difícil para llevar a cabo una tarea de este tipo, ha sido casi un milagro que todos salieran con bien en quizás relativamente pocos minutos. Este brazo del incendio es el que más ha durado y el que llegó casi hasta el monasterio de Veruela por el oeste, es también el que más peligro tenía por su proximidad con el parque natural. Otro brazo se encaró hacia el valle de la Huecha dejando su rastro en Alcalá y tras arrasar un bosquecillo muy curioso que había detrás de Veruela y que se dice había sido plantado por los monjes, es el que se extendió hacia Ambel, Bulbuente y la muela de Borja. 

El domingo y a la vista de lo sucedido, tuve la sensación de que la desgracia podría haber sido mucho mayor y que casi habría que dar gracias en lo que respecta al somontano del Moncayo.

Gentileza: Encanto del Moncayo


Zona de Alcalá de Moncayo


Veruela

Vera de Moncayo

lunes, 15 de agosto de 2022

Incendio en el valle de la Huecha (Zaragoza): Monte de la Diezma en Tarazona

Trasmoz (Zaragoza) y detrás el incendio de Añón

El Señor de Fosforera Española me dijo que se podía subir por Santa Cruz hacia Trasmoz y me encaminé hacia Tarazona, no sin antes pasar por Ablitas y comprar algo de agua. Al pasar por la ciudad del Queiles vi que el parque de bomberos estaba en plena actividad y que el edificio del Seminario también estaba abierto; pensé que allí se habían acogido a muchos de los vecinos desalojados del somontano del Moncayo. Me acordé de Paulina, la añorera de la que hablé en una entrada anterior y que con casi 95 años se ha visto obligada a abandonar su casa. Al llegar al cruce con la carretera de Zaragoza a Soria, de nuevo la Guardia Civil me redirigió hacia Castilla. Subí por Santa Cruz y dejé de lado el pantano de Val, que tanto protagonismo ha tenido estos días, giré a mano izquierda y por el valle de la Diezma me encaminé hacia Trasmoz. Allí de nuevo la Guardia Civil no me dejó ni siquiera hacer fotos pero me dijo que había gente que se subía por ahí arriba, señalándome el monte de la Diezma. En Trasmoz no estaba permitido ni siquiera el vuelo de las brujas, no fueran a interceptar el de los hidroaviones y helicópteros, que hacían virguerías por sortear los aerogeneradores, al menos las brujas les habrían dado algo de beber a los pilotos digo yo. 

Pero no estaba la cosa para bromas, subí a la Diezma y desde allí el paisaje era impresionante, el fuego en Añón ha sido mucho más importante de lo que creía y había llegado por un lado casi hasta Trasmoz y por otro ha debido quedar muy cerca del barranco de Morca, ya en pleno parque del Moncayo. Desde allí arriba, el incendio me ha parecido muy extraño, quizás producido por el efecto del fuerte viento se veían varias zonas arrasadas en torno a Veruela y detrás de Vera, por el norte el fuego seguía activo en la muela, cerca de El Buste. Ya anochecía cuando se veía claramente el fuego. Bajé por donde había venido y al llegar casi al llamo de la Diezma me di cuenta de que en un rastrojo de cereal, habían crecido unos diminutos girasoles en estado salvaje, el efecto con el fondo de la puesta de sol me resultó esperanzador y es que la naturaleza siempre vence. Volví a pasar por el Val y entré en Tarazona donde la gente se veía tranquila en las terrazas, la confianza de que lo malo ya había pasado era palpable. Algo parecido me sucedió al pasar por Monteagudo, la localidad navarra estaba en fiestas. Me desvié de nuevo hacia Ablitas y aun pude observar en la oscuridad de la noche la actividad del fuego en la muela de Borja, la cosa era de todo menos esperanzadora aunque parece que las cosas vuelven a la calma.












Incendio en el valle de la Huecha (Zaragoza): Muela de Borja y El Buste

El incendio avanzando con fuerza por la muela de Borja (Zaragoza)

Entre Borja y Maleján (Zaragoza) la Guardia Civil me cortó el paso y me desvié por la carretera que une la capital de la comarca con Mallén y que bordea la muela. Tras salir de Borja en dirección a Fescano pude ver las primeras más llamas que habían sobrepasado el Santuario y se dirigían hacia el norte y como unos helicópteros trataban de impedirlo. Al llegar a Mallén tomé dirección Navarra hasta el cruce que lleva a la localidad de Ablitas. A la altura de su famoso “neocastillo” pude observar la extensa panorámica del incendio que rodeaba la muela entre Borja y El Buste y que amenazaba con unirse a la altura de esta última localidad zaragozana. Un poco más apartado hacia el sur, una enorme columna de humo se levantaba delante mismo del Moncayo, era el incendio de Añón, la zona cero de la catástrofe. Allí estuve un rato entretenido hablando con un señor que sabía mucho de fuegos, había sido trabajador en Fosforera Española en Tarazona y él me contó cómo había visto repostar los hidroaviones en el pantano del Val, además me traslado el temor extendido de que si viraba el viento un poco de Cierzo a Bochorno es decir, de Noroeste a Este las llamas llegarían al Moncayo, no nadaba descaminado el hombre y por muy poco no llegó el incendio a la Montaña.

El incendio desde el neocastillo de Ablitas (Navarra9

Columna de humo procedente del término de Añón

La Quema desde Mallén (Zaragoza)

Vista cais panorámica del incendio, a mano izquierda el Buste y a mano derecha Añón


Incencio en el valle de la Huecha (Zaragoza): Borja

Ainzón

Ayer de parte tarde me acerqué hasta el incendio que se estaba produciendo en el valle aragonés del río Huecha, lo nombro así porque el recorrido de “la quema” ha sido casi todo el cauce de este afluente del Ebro desde su nacimiento en Añón (Zaragoza) hasta cerca de Mallén que está muy próximo a su desembocadura, casi 30 kilómetros. Ya por la autopista se percibía el olor a leña quemada y una espesa neblina cubría desde el Moncayo a mi izquierda a los montes del Castellar situados a mi derecha. Opté por acercarme a la zona desde el Pozuelo, al sureste de la comarca incendiada. Tras pasar este último pueblo y tomar la bajada hacia Bureta, ya se percibía claramente la magnitud de la tragedia. Toda la muela de Borja envuelta en humo y el tramo del valle desde Ainzón hacia el Moncayo, cubierto por una espesa neblina provocada por el siniestro. Las llamas habían pasado por detrás de Borja, dejando su rastro en el Santuario de Misericordia y por la ladera de la Muela, se dirigían hacia el norte.

Bureta en humo, envuelta

La muela de Borja rodeada por el fuego


El fuego había sobrepasado Borja y se dirigía hacia Mallén

Una extensa columna de humo no dejaba ver el Moncayo


domingo, 14 de agosto de 2022

Universo moncaíno

Universo Moncaíno

El macizo del Moncayo representa un gigantesco mojón geodésico que sirve para orientar tanto a los que circulan a nivel terrestre como por el aire, no obstante es una de las rutas preferidas por los aviones en sus vuelos hacia Europa desde Madrid, un hito que señala el curso medio del Ebro, dejando atrás el superior y marcando su entrada en la depresión que conforma el valle. Su somontano aragonés configura una isla interior no solo por su configuración geográfica, sino también por su historia, su cultura y su etnografía, entre otros muchos aspectos que merecen la pena ser reseñados. La vertiente soriana es menos conocida y está dividida en dos zonas; las tierras de Ágreda, a medio camino entre la Rioja y Aragón con Castilla y la cuenca endorreica de Beratón, más suave que la cara norte y que enlaza con el valle aragonés del Isuela o cara oculta del Moncayo. 

Este microcosmos viene señalado en los mapas por un pico que sobresale de la provincia de Zaragoza que se enclava entre las vecinas de Navarra por el norte, Rioja en el oeste y Soria por el sur. Ya en Aragón, este enclave está delimitado al oeste por los llamados “llanos de Plasencia” y la cordillera Ibérica. Geo-políticamente se trata de un extenso cuadrilátero irregular cuyos vértices se encuentran en las ciudades de Tarazona y Borja, el monte de la Tonda y la cima del Moncayo a 2.314 metros de altitud sobre el nivel del mar. Todo un microclima no solo geológico, sino también cultural al que tan solo le falta mar. Posee una extensión de tan apenas 1.142 km2 (una superficie que dobla la del Principado de Andorra) con una población que no alcanza los 30.000 habitantes (mucho menos de la mitad que el país pirenaico). 

Esta hipotética isla interior tiene dos puertos de entrada importantes; uno de ellos es Tarazona y el otro Borja. Dos ciudades con historia y ambas capitales a su vez de otras tantas comarcas vertebradas en torno a dos cauces fluviales; los ríos Queiles y “la Huecha” ambos cursos nacen a los pies del Moncayo para desaguar en el Ebro, del que son afluentes por su margen derecha. El Queiles nace Vozmediano (Soria) y tras recorrer Aragón y atravesar Tarazona, termina sus apenas 50 kilómetros de vida en Tudela (Navarra). Desde hace unos años y gracias al pantano de Val en los Fayos, éste es el único gran estanque de la zona, aunque artificial. 

Viniendo de Zaragoza, se entra en el valle de la Huecha por Magallón. Hasta Borja todavía predominan las grandes extensiones de cereal y paisaje estepario tradicional en el Valle del Ebro. Pasando Borja, el paisaje cambia radicalmente. La Huecha se encajona entre la muela borjana que se levanta entre ambas capitales y el sistema Ibérico, con el Moncayo al fondo y de frente, mientras las peñas de Herrera quedan a mano izquierda. La carretera va serpenteando pequeños pueblos entre frutales, olivares, campos de vid y huertas cultivadas en el fondo del valle. En las laderas se adivinan pequeños núcleos de población, rodeados por una imagen característica de la zona, los aterrazamientos que se roturaron en las laderas del valle hace años y que hoy día permanecen en su mayoría abandonados o sustituidos su cultivo por el de árboles frutales y que dan una idea, de lo difícil que llegó a ser la vida en esta tierra hasta mediados del siglo XX, cuando llegó la mecanización del campo y la emigración. Una de las imágenes más curiosas de estos pueblos son los pequeños tractorcillos que utilizan los agricultores de la zona para cultivar sus minifundios. En la actualidad las laderas del sistema Ibérico sirven como pasto para el ganado, cada vez menos abundante también y para repoblación de algún pinar.

Valle de la Huecha desde las peñas de Herrera

En la localidad de Vera de Moncayo la carretera se bifurca; a mano derecha el camino atraviesa el monte de la Diezma para llevar directamente a Tarazona, la capital histórica del somontano moncaíno. A mano izquierda atraviesa un puentecillo que nos dirige a la localidad de Vera, donde de nuevo y desde dentro del pueblo parte el viejo camino hacia Tarazona que, por el sur de la muela de la Diezma atraviesa una cuenca endorreica en la que desembocan varios vallecillos procedentes de Moncayo y en los que se encuentran las localidades de Trasmoz, Litago, Lituénigo y San Martín, es la zona occidental del somontano del Moncayo aragonés. La vía llega a Tarazona por Santa Cruz y Torrellas dejando de lado la localidad de Los Fayos. También desde Vera se puede seguir la carretera recta hacia el histórico monasterio de Veruela y enlazar con el curso superior de la Huecha. Tras dejar a mano derecha el yacimiento celtibérico de la Oruña y el monasterio de Veruela a la izquierda, iremos ascendiendo por una recta junto a la Aparecida y el viejo molino de Traín, nos dirigimos hacia la localidad de Alcalá de Moncayo que quedará a la izquierda. Mientras que el camino nos llevará el final del trayecto, Añón de Moncayo.

Borja y detrás, su Santuario


Land art en Gallur (Zaragoza)