La "Avalada" del 10 de julio de 1923 en Villanueva de Gállego

Avenida ordinaria de la Val a la altura de las Alcantarillas

En la entrada anterior, dije que la parte que más afectó la tormenta de 1923 fue en el monte del Castellar, al noroeste de la ciudad de Zaragoza pues bien, toda el agua descargada en aquellas horas se encauzó en gran parte por la llamada Val en Villanueva de Gállego de tal forma que a este fenómeno meteorológico se le llama en la localidad “La Avalada del 23”. La fuerza del agua y el granizo descargó en un punto indeterminado entre los términos municipales de Zuera, Villanueva y Zaragoza, en lo que comúnmente se llama; Vedao de la Venta, Las Fajas en Vallones y la Val Limpia del Castellar. Encauzando el agua por los barrancos de “El Aliegar” y “Cruciviñas”, (Los Cinco Ojos) entre Villanueva y la actual Urbanización de las Lomas del Gállego (que entonces no existía). Según las fuentes, La Val de Villanueva que entra de lleno en la población «llevaba una violencia jamás vista». En los barrancos de “San Miguel” y “del Cillero” entre esa localidad y Zaragoza y que recogen las aguas del Vedao bajo, Acampo del Santísimo y Zorongo, corría un cauce amplísimo y peligroso que se dirigía hacia la capital[1]. Las primeras noticias de que algo gordo estaba sucediendo llegaron al Gobierno Civil de Zaragoza sobre las 18 horas avisando de que un tren con destino a Barcelona, no pudo pasar desde San Juan de Mozarrifar y tuvo que dar marcha atrás de vuelta a la estación del Rabal. Fueron avisados desde el Gobierno Civil el Alcalde y el Secretario de Villanueva, que se encontraban en la capital e intentaron volver al pueblo en tren esa misma noche del 10 al 11 de julio, pero la línea se encontraba cerrada desde la cinco de la tarde. Regresaron al Gobierno Civil y enseguida se pusieron a su disposición un par de coches. De camino a Villanueva, el espectáculo no anunciaba nada bueno. «Árboles desgajados, cunetas desbordadas bajo un aguacero intenso, en algunos tramos era preciso caminar». Lo más trágico les esperaba en el barranco de San Miguel, a mitad de camino entre Zaragoza, Villanueva y sobre el barrio de San Juan, que queda justo bajo la terraza superior del Gállego. En este punto, el torrente había derribado el pretil de una alcantarilla, rebasando la carretera y no se podía pasar[2]. 

Villanueva aparecía inundado, no hay que olvidar que en la localidad existen dos barrancos que delimitaban el pueblo por entonces; la “Val” en el sur y la Val de la Bigarda al norte. Las mieses iban a merced de la corriente, las traviesas de la vía aparecían flotando. Una niña de seis años, hija de unos quincalleros ambulantes, acampados detrás del cementerio que se encuentra justo en la salida del gran barranco, había desaparecido y resultó ser la única víctima mortal y directa de toda la inundación. El guarda barreras de la vía del ferrocarril, tuvo que luchar contra la corriente más de 50 metros para poder salvarse[3]. En la mañana del 12 de julio el aspecto era desolador: las barandillas del puente sobre el barranco de San Miguel aparecían derribadas en la carretera, tres carros cargados de tejas y ladrillos abandonados en medio del camino, así como haces de mies esparcidos a centenares de metros de sus campos. Por si fuera poca la desgracia en la población de Villanueva, la Estación se encontraba llena de pasajeros procedentes de Barcelona y Jaca que desde la víspera no pudieron pasar y se encontraban aislados en medio de una inmensa laguna. La vega aparecía arrasada materialmente por el aluvión, así como la parte baja del pueblo, en la que tuvieron que ser desalojadas 70 casas. Según decían los vecinos, se habían alcanzado los cuatro metros de agua en algunos sitios[4]. Las alcantarillas situadas a la entrada del pueblo, construidas para canalizar el agua que proviene de la Val no dieron de si, y el agua saltaba por encima del puente por el que circula la carretera de entrada al casco urbano. Se formaron «lagunas inmensas» en medio de las cuales aparecían aisladas las torres del Hospitalico, Guallar y el Barrio del Comercio[5]. Los vecinos afectados ya de por sí, tuvieron que acoger como pudieron a los pasajeros del tren y les auxiliaron en todo momento. El instante más crítico se alcanzó en la mañana del día 11 cuando sin cesar de llover, las avenidas crecían sin límite y los villanovenses se consideraban abandonados a su propio esfuerzo. Fue entonces cuando se presentó en la localidad una compañía del regimiento de Pontoneros de Zaragoza al mando del capitán don Pedro Fauquié con su ayudante al alférez señor Durán, varios sargentos y noventa soldados de tropa quienes, con sus pontones les dieron esperanza y tranquilidad al castigado vecindario, mientras se dedicaban a rescatar a las personas aisladas por el agua en las torres, el barrio del Comercio, que se encuentra enclavado en medio de la huerta, cerca del Gállego y a mitad de camino entre el pueblo y el barrio de San Juan. Hay que decir que el regimiento de Pontoneros ya había realizado varias maniobras militares anteriormente con lo cual, el conocimiento del terrero fue muy importante para el restablecimiento de la normalidad. Según las crónicas, hasta tres violentas tormentas se produjeron entre la tarde del 10 y la mañana del 11 de julio y que fueron las que descargaron sobre Villanueva el Diluvio[6]. 

En las tareas de rescate, además del Regimiento de Pontoneros intervino la Guardia Civil quienes prestaron un importante servicio evacuando a los vecinos de las torres, así como la Cruz Roja (La por entonces presidenta de la Cruz Roja en Zaragoza, doña Leonor Salas Ruiz era la propietaria del Vedado de Villanueva). Incluso los vecinos de Villanueva constituyeron una comisión encargada de suministrar apoyo a los de San Juan, el lugar más afectado durante la catástrofe enviando alimentos y ropa. En un primer momento el Alcalde de Villanueva Francisco Bueno[7] censuró la conducta de la Compañía de Ferrocarriles pues, sabiendo lo ocurrido «trasladó a este pueblo todos los viajeros de los trenes descendentes, creando una situación verdaderamente difícil al vecindario» Ciertamente tendrían que haber quedado en Zuera, no obstante la estación zufariense queda a bastantes kilómetros de Villanueva y es posible que a los convoyes, les pillara de improviso el aluvión y el primer lugar donde encontraron refugio fue en Villanueva. El edil valoró las pérdidas sufridas en millón y medio de pesetas (de la época y solo en Villanueva) además de las cosechas de cereales, remolacha, alfalfa y otros productos de la huerta[8]. En una parte de la huerta se formó una laguna que duró durante meses con el peligro subsiguiente para la salud de sus vecinos.

Villanueva de Gállego (Zaragoza) según fotografía aérea realizada
por la Confederación Hidrográfica del Ebro en 1927 (IGEAR Aragón)

Trayectoria de la "Avalada" de 1923 (sigpac Aragón)

En primer término la huerta y el casco urbano de Villanueva, tras el pueblo, la Val que baja de los montes del Castellar y de Zuera

El barranco de las Pesqueras que desahoga del monte de la Sarda. Según se cuenta
en ese mismo lugar, junto a la balsa de su mismo nombre y bajo la Universidad San Jorge
En la edad medía existía un poblado que tuvo que ser abandonado tras una barrancada y sus habitantes
se refugiaron en la actual Villanueva de Gállego. Hace unos años se encontraron restos de
edificación, seguramente una venta o algo parecido en la zona de la balsa de las Pesqueras,
lo que confirmaría la veracidad de la historiay por tanto, estaríamos ante el primer registro de una avalada en la zona..



[1] Archivo Municipal de Zaragoza (Hemeroteca): Heraldo de Aragón. Miércoles 12 de julio de 1923, portada.

[2] En aquella época y hasta la construcción de la autovía Mudéjar, la carretera bajaba hasta el fondo del barranco y volvía a subir es decir, no había ningún tipo de puente

[3] Ibídem.: HA. Miércoles 11 de julio de 1923, portada.

[4] Ibídem.: El Noticiero, Jueves 12 de julio de 1923, página 2.

[5] Ibídem.: HA. Miércoles 11 de julio de 1923, pág. 4.

[6] Morte Sabaté, Víctor. “Villanueva de Gállego” Heraldo de Aragón, miércoles 18 de julio de 1923 (Hemeroteca Municipal de Zaragoza P0178)

[7] El secretario municipal entonces se llamaba Andrés García Blasco

[8] Ibídem HA.: Jueves 12 de julio de 1923, pág. 4.

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