Burjazud
Soto del Arroz (a mano derecha) junto al río Gállego |
En la memoria colectiva de Villanueva de Gállego se tiene por
referente inmediato el lugar conocido como Burjazud. Las noticias sobre
este enclave han sido siempre remotas e imprecisas. Se sabe del origen islámico
de su denominación que viene a significar, tal como defienden diversos
historiadores, «poblado o torre (burj)
de carácter defensivo en torno a un azud o presa que estaría situada en un
lugar indeterminado del río Gállego»[1].
La tradición oral indica que, en tiempos, existió junto al
río Gállego un enclave que en su día sufrió los avatares de las invasiones
bagaudas y bárbaras además de continuas riadas que anegaban el poblado e
inutilizaban el azud. Esta circunstancia, repetida en diversas ocasiones, hizo
que sus habitantes abandonaran el pueblo y se refugiaran en un lugar más seguro
que se llamaría Villanueva de Burjazud. La historia fue recogida en 1804 por el
cura del pueblo, Mossen Marcos
Antonio de Bernabé:
«Existió
antiguamente el lugar de Villanueva de Gállego, que se llamaba de Burjacut; después se trasladó el lugar
al sitio actual que tiene y desde entonces, perdió el lugar la denominación de
Villanueva de Burjacut y se empezó a
llamar con el actual nombre por bañar este río sus huertas y pasar próximo a
este lugar, así como por estar contiguo antiguamente a la ermita de Burjacut»[2]
Otra tradición recoge que esa ermita se levantó por haberse
encontrado en dicho lugar la imagen de la Virgen que se veneraba en Burjazud.
Dicha Imagen, tras una de esas riadas, fue arrastrada por la acequia de Rabal y
milagrosamente apareció intacta en el término conocido, hoy día, por La
Virgen o El Vergel. Allí se levantó el eremitorio, tal como cantan
sus gozos:
“Una capilla suntuosa
os hizo con mucho celo
en donde como en su cielo
esta tu imagen hermosa
desde alli madre Piadosa
Mirais nuestra desventura”
“Alli con dulces azentos
os vendicen a dos coros
con trinados mui sonoros
los pajarillos contentos
publicando tus portentos
de los olmos en
la altura”
Con un retablo
os ha honrado
y de oro fino esmaltado”
Se tienen noticias del santuario
desde 1691, fecha en la que fue reedificada y bendecida por «Bartolomé de Vera,
dignidad del Capítulo de Osma y Gobernador de este Arzobispado, siendo obispo
Ibáñez de la Riva Heredia»[3].
Las noticias sobre su devoción son muy tempranas, tal como consta en un
testamento firmado en 1196 por Esteban de Burjazud[4]:
«...et
laxo ad Sancta Maria de Borgiazud, V solidos & al capellano, V solidos. Et
a la luminaria de Sancti Nicholay, II solidos. Et a la tabla de Sancti
Saluatoris, V solidos. Et a la opera de Sancti Saluatoris, X solidos & qui
faciant ibi mea sepultura. Et ad illa opera de Sancta Maria Maior, V
solidos...»
Ruinas del llamado Convento, junto a San Mateo |
En principio se creía que la población de Burjazud era totalmente musulmana, sin embargo, este documento deja entrever la posibilidad de la existencia de una comunidad mozárabe en el lugar. El profesor Antonio Beltrán Martínez cita a Nª. Sra. de Cogullada[5] como un centro de devoción mozárabe. Añade que la devoción popular a la Virgen entronca con antiguos ritos paganos que no pudieron ser erradicados tras la invasión musulmana. Se llegó a la ocultación de imágenes y a su posterior aparición después, resistiéndose a abandonar «las viejas ideas sobre la fecundidad, la salud, la sacralización de bosques, montañas, cuevas, manantiales, árboles o arbustos». Pero sobre todo esta incidencia es mayor en lugares donde había existido presencia de romanización o ruinas de ésta, como podía ser perfectamente el Azud. Y es que la población cristiana, bajo dominio musulmán, debió ser abundante entre Zaragoza y Huesca, como así lo pone de manifiesto Fernando Galtier Martí en la zona de la Sotonera[6]. Fray Roque Faci escribe que, próximo a Villanueva, se encuentra el santuario de de Nª. Sra. de los Santos el cual «en tiempos antiguos fue un Templo de Gentiles» y luego fue consagrado a la invocación de los Santos: «...la hermita denotava la mayor antigüedad, que se puede hallar en las imágenes antiquísimas de España...»[7]. Esta descripción pone de manifiesto que el templo dedicado a la Diosa Flora, en lo que fue la Manssio Gallicum, fue cristianizado en época visigoda y respetado su culto bajo la dominación musulmana, como aglutinante mozárabe, sin duda, de la zona. Hasta el siglo XVII, los vecinos de Villanueva acudían a Nª. Sra. de los Santos durante el mes de abril, «...el día de Santa Engracia o cualquier domingo posterior si así lo aconsejaba la climatología...»[8], en romería.
No se
tienen noticias sobre la aparición de la Virgen de Burjazud. Cabe pensar que su
devoción era ya tradicional en el siglo XII. Incluso hoy día, en el actual azud
de Rabal, existe presencia de esa devoción a la Virgen gracias a la existencia
de una capilla en honor a la del Pilar. Entre los siglos XII y XIII existen
varias referencias documentales a este lugar. Por ejemplo, en 1165 se cita «la
Almenara de Burjazud»[9]
(seguramente un molino comunal) y, noventa años más tarde, un vecino de este
lugar llamado Arnaldo de Puant vendió, con fecha 10 de julio de 1256, junto con
su mujer, de nombre Inés, al obispo de Zaragoza y al pabostre de la Seo de San
Salvador, dos casas de su propiedad sitas en Burjazud:
«...et
habent afrontaciones cum cequia de Rebal et cum domibus Iochannis Rubei de
Borjaçut et cum domibus Fortunii de Borjaçut...»[10]
Al menos
hasta mediados del siglo XIII todavía existía este núcleo de población.
Doscientos años más tarde tan solo quedan referencias del topónimo «soto de
Burjazud»[11].
Dicha denominación aparece mencionada en las ordinaciones municipales
redactadas en 1465, en las que se regula el aprovechamiento de pastos comunales
conjuntamente con las partidas de El Prao (prado) y Las Suertes.
Estas últimas todavía conservan el nombre medieval y se encuentran situadas al
norte de la huerta en una porción que limita con la acequia de Rabal, la torre
del Aliagar y la carretera.
Ahora
bien, ¿estaba situado Burjazud en este lugar? La tradición indica que en su día
las tierras de Villanueva llegaban más allá de la torre del Aliagar. Una serie
de pactos y concordias llevadas a cabo durante la Edad Media, con la villa de
Zuera, hicieron que los villanovenses renunciaran a ese territorio en favor de
los zufarienses a cambio, eso sí, de poder acceder al aprovechamiento forestal
en el monte de las Fajas (dentro de los Pinares de Zuera) y de paso, obtener
mayores beneficios de riego de la acequia llamada Candevanía. Es precisamente
en esta zona, rodeada por una cantidad importante de propiedades pertenecientes
a vecinos de Villanueva, donde se encuentra enclavado el actual Azud de la acequia
de Rabal.
Ángel San Vicente Pino recoge un documento,
fechado en 1573, por el cual «los Procuradores del término de Rabal» contratan
los servicios del maestro de la Acequia Imperial, Guillén Bartox, para «hazer y
ahondar una cequia y boquera nueba para el riego del dicho termino». Se obliga
al maestro a tomar suelo y boquera de dicha acequia en el río Gállego: «...encima de la casa del açute junto
al edificio de argamasa que alli hay de otro bocal biejo de cequia...». Donde
señalaron los procuradores del Término quienes determinaron para este efecto:
«...abrir
la dicha boquera de treinta y quatro palmos de ancho con el fondo que sera
necesario, conforme a nivel y discurso de la cequia y, esta anchura con su
proporción de fondo, ha de llegar fasta el caxero biejo de la cequia bieja que
se ha de abrir de presente...»
Se le obliga, al maestro Bartox: «...abrir el
pedaço de cequia bieja desde el diho caxero biejo hasta la cequia que agora
serbia con el anchura que se tiene conforme a sus caxeros con su corriente y
nivel...»
De manera que llegando al suelo de la acequia,
que hasta ahora servía, debía de ahondar cuatro palmos de fondo hasta:
«dar en paradero de la cequia se se toma para
Villanueba que llaman de La Rasilla» y «affondar desde la dicha cequia bieja
hasta el dicho paradero de La Rasilla en proporcion lo que fuere necessario
para el buen discurso del agua toda»[12].
Muro de contención junto al río Gállego, justo detrás discurre la acequia de Rabal |
Según
esta documentación existirían dos azudes: la vieja presa romana que en un
momento dado habría sido abandonada y otro más próximo a Villanueva, pero
cercano al anterior. Éste, seguramente levantado durante la dominación
musulmana, correspondería con el citado en el fogaje realizado en 1495, con
motivo de las Cortes de Tarazona, en el que se menciona como vecino de la
localidad «el guarda de la Çut de Rabal»[13].
Dicho azud habría dado el nombre árabe a Burjazud y se encontraría encima del
actual “soto Larroz”.
Partiendo
del actual Azud y siguiendo el curso de la acequia, aproximadamente 500 metros
aguas abajo, se levanta un estrecho cortado, por el que escasamente circula un
automóvil y, a cuyos lados discurren el Término de Rabal y el Río. Tiene este
cortado una longitud aproximada de 150 metros, en su extremo sur se aprecia una
entrada natural, aunque de difícil acceso debido a la maleza. No obstante,
visibles desde el camino, dos gruesos muros de mampostería y calicanto de río
de metro y medio de largo por uno de ancho, que forman una pared consistente.
En el extremo norte, se levanta una pared de ladrillo que surge de las mismas
aguas y llega hasta mitad de cortado aproximadamente. En el cortado se aprecian
restos de viga o aparejo del que todavía se conserva el arranque de varios
maderos en posición vertical. Esta pared es perfectamente visible desde la
margen izquierda del río y da en sí una imagen de posición semicircular.
Completa el yacimiento un bloque de argamasa semihundido unos metros más
arriba. Este muro podría pertenecer, perfectamente, a un azud levantado entre
los siglos XIII y XIV. Isabel Falcón cita una avenida del río Gállego hacia
1468 en la que «...las fuertes crecidas ocasionaron la ruina
del azud de Camarera y de Rabal»[14].
Circunstancia que puso en peligro el funcionamiento, no solo del sistema de
riegos, sino también, de diversos molinos por falta de agua. Según el guarda
del Azud, la actual presa fue construida precisamente en esa época debido a la
destrucción de la anterior situada aguas abajo. Estas obras hidráulicas
corresponderían por
tanto, a sucesivos intentos por consolidar el azud que sería reconstruido en la
segunda mitad del siglo XV. Fue definitivamente abandonado a finales del XVI
tal como menciona Ángel San Vicente, seguramente por su escasa operatividad.
¿Se
levantó esta obra sobre la torre del azud árabe? Por tanto ¿esto es Burjazud?
Entra dentro de lo posible. Lo que sí está claro es que “la torre defensiva del
azud” guarda una relación directa con el actual Término de Rabal y el
aprovechamiento de aguas de este canal de riego.
Los
geógrafos árabes dicen del río Gállego «surte las famosas huertas del Arrabal y
del Gállego»[15]
produciendo cosechas y frutos de inmejorable calidad. Sin
embargo las fuertes crecidas del río Gállego hacían de éste, un cauce variable
que condicionaba en gran medida la forma de vida de los habitantes de la zona.
[1] Antonio Ubieto Arteta, Historia
de Aragón: Poblados y despoblados de Aragón. (tomos I y III). Anubar
Ediciones, Zaragoza.
[3] Ibídem.
[4] Luis Rubio, Los
documentos del Pilar en el siglo XII, Institución Fernando el Católico,
Zaragoza 1971, doc. 267.
[5] Antonio Beltrán Martínez,
“Vírgenes” GEA. Op. cit. Pág. 3354-58.
[6] Fernando Galtier Martí. “El
verdadero castillo de Samitier” Turiaso VII (Revista del Centro de
Estudios Turiasonenses) Institución Fernando el Católico, Tarazona 1987, págs.
161-94.
[7] Fray Roque Alberto Faci. Aragón,
Reyno de Christo y dote de Maria Santissima. Reed. facsímil Diputación
General de Aragón, Zaragoza 1979, págs. 277-78.
[8] P.Vª.Gº., libro III.
[9] Concepción Contel Barea, El Cister Zaragozano en el siglo XII
Abadías predecesoras del Nª.Sª. de Rueda de Ebro. Institución Fernando el
Católico Zaragoza 1966 pp. 60-65. Se conserva en la Iglesia Parroquial, una
talla de la Virgen «tosca, de facciones poco correctas, aunque proporcionadas,
datada a mediados del siglo XII, bajo la advocación de Nª. Srª. de Burjazud».
[10] Ángel Canellas López, Los
Cartularios de San Salvador de Zaragoza, Monumenta Diplomática Aragonensia,
tomo III. Zaragoza 1990, Documento 1202.
[11] Ángel San Vicente Pino, Colección
de fuentes del derecho municipal aragonés del bajo Renacimiento. Institución
Fernando el Católico 1984, págs. 139-153
[12] Ibídem., Lucidario de Bellas
Artes en Zaragoza: 1545-1599, Real Sociedad Económica de Amigos del País.
Zaragoza 1991, doc.185: AHPZ, Miguel Español, 1573, ff.41-42, págs. 225-26.
[13] Antonio Serrano Montalvo. La
población de Aragón según el Fogaje de 1495 I: Sobrecullidas: Zaragoza y otras.
Insitución Fernando el Católico, Gobierno de Aragón. Zaragoza 1995, pág. 2.
[14] Isabel Falcón Pérez, Zaragoza
en el siglo XV morfología urbana, huertas y término municipal. Institución
Fernando el Católico, Zaragoza 1981, pág. 156.
[15] María Jesús Viguera, Aragón
musulmán: la presencia del islam en el Valle Medio del Ebro.Colección
“Temas” Historia. Mira editores, Zaragoza 1988, págs. 26-27.
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