De Tabarnia a las Encartaciones
Museo de las Encartaciones en Sopuerta (Vizcaya) |
Ahora que está de moda Tabarnia, me viene a la memoria que este fenómeno anti-nacionalista
o pro españolista no es nuevo en la historia reciente de España, ni mucho menos
es una idea original de Albert Boadella, por mucho toque personal que se le dé
o por mucha utilización de las nuevas tecnologías. Cada época tiene su afán y
también sus recursos que en parte le hacen diferente de la anterior, aunque en
el fondo sean lo mismo o persigan fines parecidos.
Al inicio de la II República se vivió un fenómeno
similar a lo que está ocurriendo ahora en Cataluña, pero en esta ocasión en el
País Vasco. Durante el verano de 1931 las provincias vascongadas quisieron
seguir los pasos del Estát y
decidieron hacer su propio estatuto y sus leyes autonómicas, en esta ocasión
unidas a Navarra, pero les salió el tiro por la “culatra” como vulgarmente se dice y nunca mejor dicho y es que las
llamadas Encartaciones vizcaínas también
decidieron pedir su propio estatuto de autonomía, separadas del resto de Euskadi.
Las Encartaciones son una comarca natural situada
al oeste de la ría bilbaína y limitan con Cantabria, de hecho Castro Urdiales
también es considerada dentro de esta zona. Desde la Edad Media poseía una
legislación peculiar y unas costumbres propias. Su capital era y es Valmaseda,
pero tenía como importantes localidades en su territorio a Santurce y
Portugalete en la margen izquierda de la ría del Nervión y por tanto en la zona
industrial, obrera y de inmigración que se asentaba en Bilbao, de hecho, y este
es un caso similar al de Tabarnia, el 95% de sus habitantes usan el español
como lengua habitual. La idea de elaborar un estatuto que les diera autonomía,
respecto de las Vascongadas partió de los partidos y sindicatos de izquierdas,
sobre todo el PSOE, que temía se creara un “Vaticano nacionalista” en el norte
de España y de paso una reacción contra el nacionalismo vasco. Una de las cosas
que consiguió este llamado “Estatuto de
las Encartaciones” fue que se paralizara el proyecto autonomista vasco
hasta el inicio de la Guerra Civil, e incluso entonces fue un fracaso, pues las
provincias de Álava y Navarra se adhirieron al Golpe del 18 de julio desde los
primeros momentos.
Se podrá estar de acuerdo o no con las publicaciones de Carlos Urzainqui Biel, pero lo que no cabe ninguna duda, es el meticuloso trabajo realizado en ellas, que por mí parte es de agradecer. Gracias.
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