Calabazas de Ánimas en Añón de Moncayo


Se sabe que antiguamente en la mañana del día de Todos los Santos se invocaba en Añón no solo a María Santísima, sino también a su advocación del Rosario y una curiosa mención a la “Reina de todos los Santos” en un aurora con la que se despertaban sus vecinos y que decía así[1]: 

“En el día de todos los Santos

la reyna de ellos, emos de ensalzar

por eso salimos cantando

dar este aviso por la vecindad

despertaros ya y salir a cantar el rosario

que es lo que María más le agradará”.

 

Pero lo que más llama la atención no solo de Añón, sino de todos los pueblos del somontano moncaíno y creo que de algún lugar más de nuestra geografía aragonesa es la de las calabazas con forma de cara humana y que no es una tradición importada de los Estados Unidos, sino que se hacía en estas tierras desde hace años y que estuvo a punto de desaparecer. 

Tras los datos recogidos por Luis Miguel Bajén en su día[2] refiriéndose a estas tradiciones, más que un solapamiento, lo que se percibe es una cierta convivencia entre ritos pre-cristianos y cristianizados en muchos aspectos, a lo largo del tiempo y hasta hace relativamente pocos años. En el caso que nos ocupa y coincidiendo con la festividad de Todos los Santos y de las Ánimas (1 y 2 de noviembre) es costumbre ancestral, decorar una enorme calabaza “tocinera” con forma de cara y colocar una vela en su interior, la figura espectral se sube al campanario de la iglesia, a modo de calavera que ilumina el lugar produciendo un efecto fantasmal. También es tradicional colocar este tipo de hortalizas en lugares estratégicos del pueblo. Antiguamente los niños solían depositarlas en las puertas de las casas donde había habido un difunto recientemente y esto llegaba a provocar disgustos con los afectados. Lo cierto es que esta costumbre estuvo a punto de desaparecer, ya que no sentaba bien ver las calabazas sobre todo en el campanario de la iglesia. Hoy gracias a la invasión norteamericana de Halloween, esta tradición no solo se ha recuperado, sino que se ha popularizado de nuevo. 

Según el rito actual, las calabazas, una vez confeccionadas, se colocan en la puerta de la iglesia parroquial y desde allí se hace una procesión por el pueblo para dejar cada una en su correspondiente casa. Las calabazas se suelen colocar en las puertas de las casas, generalmente junto con macetas o plantas, siempre mirando hacia la calle. Resulta curioso ver estas hortalizas que parece vigilan a quien pasa por delante de ellas, algunas estas realizadas con verdadero esmero y otras parecen auténticas obras de arte, casi se podría hacer un concurso para elegir la mejor calabaza del año.














[1] En la localidad zaragozana de San Mateo de Gállego se encuentran las ruinas de un antiguo santuario dedicado a Nuestra Señora de los Santos y que según describe el Padre Faci, se anteriormente había sido un “templo de gentiles, de cuando los romanos habitaban Hispania” y en el que todavía “se conservaban ídolos paganos” (Esculapio). “Aragón Reyno de Christo y dote de María Santísima”.

[2] Bajén García, Luis Miguel & Mario Gros Herrero. La tradición oral en el Moncayo Aragonés

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