Una premonición del atentado contra el cardenal Soldevila



Con motivo del aniversario del magnicidio del cardenal Juan Soldevila Romero, me ha venido a la memoria una anécdota que en su día recogió el cronista turiasonense Jesús Asensio y que viene a ser un tanto premonitoria sobre cual, fue el final de nuestro protagonista. Nació en la localidad zamorana de Fuentelapeña el 20 de octubre de 1843, contaba en el momento de su muerte con casi 80 años de edad. Realizó sus estudios en la ciudad de Valladolid, en cuyo seminario finalizaría la carrera eclesiástica. Se cuenta de don Juan Soldevila que siendo joven sacerdote fue carlista exagerado; pero poco a poco cedió en su intransigencia y se hizo muy amigo del político liberal Germán Gamazo, diputado por Valladolid y ministro en Madrid a quien le debió también su apoyo. Ordenado sacerdote en 1867, el obispo de Orense se lo llevó consigo como secretario y más tarde, lo nombró canónigo. La oración fúnebre que pronunció con motivo de la muerte de la reina Mercedes, esposa de Alfonso XII en junio de 1878 le valió el nombramiento de predicador de Su Majestad y la distinción de caballero de la Orden de Isabel La Católica. El 14 de febrero de 1889 fue designado para el obispado de Tarazona en Aragón, como titular en la cátedra de san Prudencio. Otro turiasonense ilustre, San Atilano fue obispo de su Zamora natal. Estando como obispo titular de Tarazona fue elegido senador del Reino hasta en tres ocasiones como representante del clero episcopal. Compartió obispado en la ciudad del Queiles con el cargo de administrador apostólico de Tudela (Navarra) hasta que el 16 de diciembre de 1901 fue promovido a la sede arzobispal de Zaragoza, como sucesor del cardenal Cascajares.

 

Victor Azagra recoge una noticia sobre el futuro cardenal, que he conocido a través de Jesús Asensio y que paso a relatar. Versa sobre una polémica que tuvo don Juan, durante una visita pastoral a un pueblo de su diócesis, allí encontró un coadjutor que no obedecía a su párroco y obraba a su libre albedrío, oficiando en un oratorio público que existía en una finca particular de algún cacique local enterado de esto, el obispo destituyó al sacerdote. Poco después de esta decisión, Soldevila fue designado Arzobispo de Zaragoza, corría el año 1902 sustituyéndole en Tarazona don José María Salvador y Barrera. Poco después de llegar a la diócesis, don José María realizó una visita pastoral precisamente a la localidad afectada con la decisión de su predecesor y en la cual, los ánimos de sus feligreses se encontraban todavía excitados. Estaba celebrando misa el obispo en la iglesia parroquial, cuando los asistentes comenzaron a proferir insultos, amenazas y frases soeces contra su eminencia, a tal grado de tensión llegó la cosa que don José María tuvo que salir rápidamente del templo y coger el coche que se encontraba en la puerta para trasladarse a otro pueblo. Mientras el vehículo se marchaba con el obispo dentro, los vecinos del lugar apedrearon cobardemente al automóvil, se decía que entre los amotinados había alguna que otra autoridad local y que incluso “el mismo sacerdote, objeto del anterior castigo, capitaneaba a las masas agresoras”.

 

Bibliografía:

Forcadell, Carlos: “El asesinato del Cardenal Soldevila 1923” en Tiempos de Historia, núm. 47, octubre 1978 (págs. 16 – 23).

Real Academia de la Historia sobre Juan Soldevila Romero:

http://dbe.rah.es/biografias/8336/juan-soldevilla-romero

Jesús Asensio Coscolín (Administrador) “Fotos antiguas de Tarazona (Zaragoza) y sus gentes” (Facebook).

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