Se acerca la tormenta
En la imagen la zona de inundación de la tormenta de 1923 |
El día 4 de junio se han cumplido cien años del asesinato del Cardenal Soldevila y justamente un mes después del magnicidio, ocurrió un suceso que en otros momentos se podría haber achacado a un designio divino. No hay que olvidar que en los últimos 400 años, tan solo han muerto violentamente dos cardenales en el mundo; el de París durante los sucesos de la Comuna y el de Zaragoza. Lo ocurrido a partir de la madrugada del día 10 de julio de 1923 bien podría considerarse como un castigo del cielo por tamaña acción contra un príncipe de la Iglesia por si fuera poco, la tragedia se desencadenó en la inmediaciones del monasterio de San Juan de la Peña, el lugar donde nació el reino de Aragón bajo vasallaje del pontífice romano.
En el despertar de ese día, los
zaragozanos pero también muchos aragoneses se sobresaltaron estremecidos por
los temblores de tierra de un terremoto que se ha cifrado entre 7 y 8 grados en
la escala de Ritcher que había ocurrido en la Canal de Berdún, entre la sierra
de San Juan de la Peña y la cordillera pirenaica y cuyo epicentro se situó
entre las localidades de Martes, Bagüés y Mianos, sus efectos se sintieron en
el suroeste francés y en el centro de la Península. Seguidamente y sin solución
de continuidad, como si del Apocalipsis se tratara, se produjo lo que hoy
dirían una ciclogénesis explosiva y es que una tremenda tormenta descargó sobre
la ciudad de Zaragoza en las casi 24 horas siguientes. Una granizada que tuvo
sus ramificaciones por toda la geografía aragonesa incluso, en las zonas donde
se había producido el terremoto. El centro de esta tormenta se encontró en el
monte del Castellar y las localidades más afectadas fueron Villanueva de
Gállego, San Juan de Mozarrifar y bastantes zonas de Zaragoza y sus
inmediaciones. Las tormentas con mayor o menor fuerza se extendieron por toda
la geografía aragonesa.
Sepultura del cardenal Soldevila en el Pilar |
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