Octavio Augusto: el César que fundó Zaragoza

Estatua de Augusto en Zaragoza con el fondo del Mercado Central iluminado


Cayo Julio César Octaviano, también llamado Augusto o César Augusto, nació en Roma 63 años antes de Cristo y falleció en Nola, en el golfo de Nápoles 14 después de nacer el Redentor. Procedía de una rica familia del orden ecuestre (su abuelo era banquero y su padre, pretor de Macedonia). Por parte de madre era sobrino-nieto de Julio César, el cual le adoptó en el 45 a. C. y le designó su heredero. Tras la muerte de César el Idus de Marzo del año 44, entabló la lucha contra el que había sido su lugarteniente, Marco Antonio; para ello contó con el apoyo de Cicerón y de los republicanos del Senado, que esperaban dividir a los cesaristas enfrentándoles entre sí; también contó con el apoyo de los grandes financieros de Roma, lo que le permitió costearse un ejército propio. Desde el año 43 Octavio fue cónsul y se hizo otorgar poderes extraordinarios a pesar de contar con apenas 20 años de edad. Octavio decidió aliarse con sus antiguos enemigos Marco Antonio y Lépido para formar con ellos un triunvirato. Comenzó entonces la persecución de los republicanos, en la cual murió Cicerón y que culminó en la batalla de Filippi en Macedonia. Marginado Lépido, Octavio se repartió el poder con Marco Antonio, dejando a este último la zona oriental, mientras él permanecía en Roma y controlaba la parte occidental. El matrimonio entre la hermana de Octavio y Antonio selló una paz que se mantuvo durante cuatro años. Mientras tanto, Marco Antonio había sucumbido a la influencia de la mítica reina Cleopatra VII de Egipto y practicaba una política orientalizante, poco propicia a los intereses romanos; Octavio explotó en su favor esta circunstancia declarando la guerra a Cleopatra en el año 32 («Guerra Ptolemaica»). Tras la victoria naval de Actium entró en Alejandría, donde Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron. Con la anexión de Egipto, Octavio dio a Roma el control sobre todo el Mediterráneo.

Busto de Augusto encontrado en Tarazona (Zaragoza)

Aprovechando su prestigio, Octavio transformó el régimen político de la República romana en una especie de monarquía que recibe los nombres de Principado o Imperio; el nuevo régimen consistía en un equilibrio de poder entre el Senado y el pueblo romano por un lado y, el emperador y su casa por otro. Inicialmente se hizo renovar cada año el mandato como cónsul en solitario, al cual fue añadiendo nuevos títulos que reafirmaron su poder; Princeps senatus (el primero de los senadores) en el 28 a. C.; Augustus (título religioso que reflejaba su misión divina) e imperator proconsulare de Galia, Hispania y Siria (lo que le otorgaba el mando militar). En el 27 se hizo Tribuno vitalicio (con poder de veto sobre las decisiones de los magistrados). En el 23 Cónsul vitalicio y Prefecto de las costumbres en el 19; gran pontífice (jefe religioso del Imperio) en el 12; y «padre de la patria» en el año 2 a. C.

Pero todavía existía un reducto que se resistía a su poder y ese era Hispania. En el año 27 marchará al norte de la Península para someter a cántabros y astures. Tras la conquista de la ciudad cántabra de Aracelium, Augusto da por terminada la campaña en el año 24 y retorna a Roma, donde proclama la pacificación del Imperio cerrando las puertas del templo de Jano. Pero cuatro años después los cántabros se vuelven a rebelar bajo la dirección de un caudillo casi mítico y legendario llamado Corocotta. De él tan solo tenemos una referencia gracias al historiador romano Dión Casio quien dice: «Irritóse tanto Augusto al principio contra un tal Corocotta, bandolero español muy poderoso, que hizo pregonar una recompensa de 200.000 sestercios a quien lo apresase; pero más tarde, como se le presentó espontáneamente, diciéndole “Aquí me tienes, yo soy Corocotta; ahora págame lo que me debes”». Augusto no sólo no le hizo ningún daño, sino que encima le regaló aquella suma y le dejó marchar” (nunca más se supo de este legendario guerrero que desafió de frente al hombre más poderoso de su tiempo). Parece ser que en el año 24 a.C., tras la primera guerra cántabra, Corocotta y alguno de sus fieles fueron vendidos como esclavos en la Galia. Pudieron escapar y regresar a su tierra para organizar de nuevo la resistencia, en esta ocasión el general, amigo y yerno de Augusto, Agripa reprime el levantamiento tras la toma del monte Medulio sometiendo a los hispanos con métodos brutales como la crucifixión.

La estatua de Augusto es muy dada a juegos de perpectivas

Entre los años 16 y 13 visita de nuevo Hispania con el fin de nuevo de doblegar a estas tribus que se habían levantado contra su poder una vez más. En esta ocasión, Augusto tuvo que emplear siete legiones (más de 70.000 soldados) además de toda clase de máquinas de asedio y combate, varios cuerpos de tropas auxiliares y el desembarco de la flota de Aquitania. Tan solo nueve años antes de nuestra Era, concluyó oficialmente la conquista del territorio peninsular y el emperador pudo levantar por fin su Ara Pacis en Roma. Hispania se convertía de esta manera en auténtico granero para el Imperio gracias a su trigo, aceite y vino, pesca y ganado. Además de una fuente de riqueza por sus minas de oro, plata, cobre y hierro. Por el contrario, más de 50.000 romanos habían perdido la vida durante la conquista, es decir diez legiones completas.

Una vez pacificada la península dirige una amplia reorganización de su territorio que queda dividido en tres provincias; Tarraconense, Bética y Lusitania gobernadas por un Pretor, quien generalmente tenía poderes jurídicos y militares. El cargo era anual y podía acuñar moneda e imponer tributos. La Citerior seguía teniendo su capital en Tarraco y la Bética en la actual Córdoba y Emérita Augusta (Mérida) en la Lusitania. Cada Provincial tenía a su vez un grupo de asesores (Cohors amicorum) que le suministraban apoyo político y económico mediante el Consilium, integrado por cuestores, prefectos o delegados del Gobernador (estos tenían mando militar y poder para impartir justicia). La cédula básica de la civilización romana era la ciudad, que tenía como modelo la propia metrópoli, sobre todo en la zona occidental del Imperio, donde no existía la tradición urbana que tenía oriente.



Es posible que sea durante su segundo viaje a España cuando fundó la única colonia romana que llevará su nombre en exclusividad, Cesar Augusta. Se barajan dos motivos, uno que cerca de Salduba, Octavio sanara de una enfermedad y pudiera celebrar su 50 cumpleaños sin problemas, es decir que la fundación de Zaragoza sería en torno al año 13 a.C. El lugar elegido se encontraba situado junto a las confluencias de los ríos Ebro (camino de este a oeste) Huerva hacia el sur y Gállego (hacia las Galias). Ubicada por tanto en una posición estratégica dominante del cuadrante nororiental de la Península. La nueva colonia inmune fue poblada inicialmente por veteranos de las guerras cántabras pertenecientes a las legiones IV Macedónica, VI Victix y X Gemina, por tanto formaría parte también de un homenaje a su victoria definitiva en Hispania, además ordenó a estas legiones que construyeran y levantaran vías de comunicación con otros lugares de Hispania para que se orientaran su ciudad hacia el resto de colonias. Aunque otras fuentes indican que el lugar ya era utilizado por estas legiones como retaguardia desde la guerra del año 24. La colonia fue asignada a la tribu administrativa Aniense (del rio Anius o Aniene, un afluente del Tiber).

La copia regalada por Musolini, se conserva en el Hall del Ayuntamiento de Zaragoza



En 1940 el dictador italiano Benito Mussolini regaló a España varias reproducciones de una estatua de Augusto que se conserva en los museos vaticanos, el llamado Augusto de Prima Porta. Una de estas se encuentra en Zaragoza. El objetivo era recordar la fundación de la ciudad como Colonia Caesarugusta por las legiones romanas y seguramente además agradecer a la ésta, la hospitalidad tenida con los soldados italianos durante la Guerra Civil, no obstante en Zaragoza se encuentra el Sacrario Militar Italiano donde se conservan restos de muchos militares transalpinos muertos durante la contienda. El bronce  nos muestra al emperador en trance de arengar a las tropas, descalzo, con traje militar de gala, túnica, coraza y paludamentum, la capa encarnada recogida en el antebrazo izquierdo.

La escultura original está realizada en mármol y parece ser que también es copia de otra en bronce que se existió en el centro de Roma, seguramente en el Foro y que se ha perdido. Fue encontrada en 1863, la de mármol durante las excavaciones llevadas a cabo en una villa palaciega en la que al parecer se retiró Livia, la esposa de Augusto, cuando este murió (las malas lenguas, que nunca descansan, dicen que ella envenenó los higos directamente en el árbol del que él los comía, por precaución) lo cierto es que falleció el 12 de agosto del año 14 de nuestra era, a la edad de 77 años que ya es edad y además en agosto no hay higos, pero es que la fama de Livia en cuanto a venenos y muertes inesperadas le ha superado. La villa estaba en los alrededores de una zona llamada Prima Porta y de ahí el nombre con que se conoce la escultura. Parece ser que Livia no debía poder vivir sin tener cerca la imagen del hombre con el que compartió su vida (y parece que también la muerte; la de él, claro).

Inicialmente la estatua estuvo colocada en los jardines del centro de la Plaza de Basilio Paraíso de Zaragoza. Posteriormente fue situada cerca del Torreón de la Zuda, con motivo de la remodelación de las murallas en 1950. Años después se exhibió en el interior del Ayuntamiento y de nuevo volvió a ser colocada en la Plaza de Paraíso, hasta que finalmente en 1989 volvió a ser trasladada de nuevo a las viejas murallas, donde se encuentra en la actualidad, aunque esta es una copia, la copia original todavía se encuentra en el Ayuntamiento. En principio a la de las murallas se le adornó con una especie de arcos que simulaban la vieja puerta de Toledo, existente en ese lugar y que fue cárcel de manifestantes, hoy día se encuentra sobre un pedestal en piedra de Calatorao y sin ningún adorno alrededor. Un centro de ocio ubicado en la capital aragonesa, en plena plaza de España, luce desde hace unos años una gigantesca estatua del Augusto de Prima Porta, pero realizada en materiales de cartón piedra.

Recreación de la estatua que se conserva en el centro Puerta Cinegia de Zaragoza


Bibliografía:
Blázquez, José María (Director) Historia de España antigua: Tomo II Hispania romana. Cátedra ediciones “Historia serie mayor”, Madrid 1995.
Beltrán Lloris, Francisco. “Dominación romana” (IV) en Historia de Aragón (Mariano García Cantarero, editor) Heraldo de Aragón. Zaragoza 1991.
Beltrán Martínez, Antonio (Director): “Aragón romano”. Gran Atlas histórico de Aragón, Gobierno de Aragón & El Periódico. Aneto publicaciones. Zaragoza 1999, págs. 94-104.
Lorenzo, Javier. El último Soldurio. (Novela histórica sobre la vida y peripecias de Corocotta). Planeta, Barcelona 2005.


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