Día de la culeca en Añón de Moncayo (Zargoza)
El día de San Jorge hablé de las “culecas”
en el valle de la Huecha y Borja, pero se me olvidó mencionar la tradición que
existe en Añón en este día. Tras la Semana Santa, la gran fiesta de la
primavera es San Jorge, el 23 de abril. Es curioso pero no hay, ni tampoco se
tiene constancia de que hubiera en tiempos remotos una ermita dedicada a “San
Jorge el culequero, revuelve casas y laminero”, ni tampoco se encuentra
representado en su iglesia parroquial. En ese día los mozos del pueblo solían
cantar a las chicas:
“Ya ha llegado San Jorge
y no me has dado culeca,
luego llegará San Juan,
no podré ramo en tu puerta”
Esta se compartía después de una comida
campestre que celebraban los jóvenes del lugar, después de la cual se hacía
baile. Como todas de la zona, la masa de la culeca tenía forma de mujer, con
los pechos realzados por dos huevos duros.
Retomando el sentido de la coplilla,
los jóvenes del pueblo tenían la costumbre de enramar o poner flores en las puertas de las novias, primas o hermanas
en el día de San Juan y sobre todo en las de aquellas muchachas que les habían
regalado una “culeca”. Por cierto cada vez estoy más convencido, lo dije en la entrada anterior, que la madama no está con los brazos en jarras, sino levantándolos por detrás de la cabeza, como si estuviera bailando o alegre, al modo, que a mi me recordó de las bailarinas cretenses del minóico antiguo de la isla de Creta, en el Mediterráneo oriental.
Los mozos solían hacer ese día las
llamadas “enramadas”. Auténticos juicios florales a las mozas del lugar, un
rito que nos retrotrae a las costumbres literarias de la Edad Media a través de
los Juegos florales e incluso a las Florarias
romanas o festivales en honor a la Diosa Flora. Existe una clara simbología que
asocia cada planta elegida con la sentencia dictada a la chica que se
obsequiaba, por ejemplo: Ramas de cerezas o peretes,
si era de buena conducta. Higuera o matas de habas, si la moza era de cascos
ligeros. Chopo si era alcahueta. Noguera si estaba amargada. Cardo trompetero o
carnúz (animal muerto) si era poco
simpática, fea o mal trazada. A lo que la moza agraciada con tal obsequio solía
responder: “¡Quien güesos (huesos) pone,
carne busca!”. Lo normal y acostumbrado era recoger un “ramico” de sanjuanada o
hierba sanjuanera (hipérico) con unas pequeñas flores amarillas de dulce olor y
colocarlo en los picaportes de las puertas o en un canastillo en las ventanas,
sobre todo de las novias, hermanas y primas. También se solía decir, las chicas
claro:
A San Miguel
me subí
a ver si
había algún guapo
como no había
ninguno
como me subo,
me bajo
(Popular
recogida de Paulina Laborda Serrano)
Y es que ya lo dijo Becquer, Gustavo
Adolfo: “Añon es sin duda alguna, el más original por sus costumbres”. Algunas
de las cuales, hunden sus raíces en el pasado más remoto (eso último lo digo
yo).
Parte de lo que digo en esta entrada,
se lo debo a la información prestada en su día por Luis Miguel Bajén y que él
recogió para el libro "La Tradición oral en el somontano del Moncayo
aragonés".
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